Historia Clínica Compartida: Cuando los sistemas no se hablan, la salud se arriesga

Columnistas

La medicina avanza. La tecnología también. Pero hay momentos en que una brecha digital puede marcar la diferencia entre una atención oportuna y una incertidumbre peligrosa.

Por Lían Fuentes, Subgerencia de Sistemas de Información en Salud de Rayen Salud.

Imaginemos a Claudia, una mujer de 32 años, activa y responsable con su salud. Acude a su centro de salud regularmente, participa en programas preventivos y mantiene sus controles al día. Pero una mañana cualquiera, sufre un accidente automovilístico y es trasladada de urgencia al hospital. Inconsciente, sin documentos ni familiares cerca, el equipo médico debe actuar rápido, pero sin acceso a sus antecedentes clínicos. ¿La razón? Los sistemas informáticos de su CESFAM y del hospital no están conectados. No hablan entre sí.

Este tipo de situaciones no son excepcionales, y nos recuerdan una necesidad urgente: contar con una Historia Clínica Compartida, que permita que la información médica de una persona esté disponible, de forma segura, allí donde la necesiten.

Hoy más que nunca, tenemos la oportunidad de dar el salto hacia un sistema de salud más conectado, más inteligente, más humano. Una historia clínica interoperable —capaz de integrar la información proveniente de los distintos niveles de atención— permitiría evitar duplicaciones, acelerar diagnósticos, personalizar tratamientos y mejorar la experiencia de quienes se atienden en el sistema.

En Europa ya se avanza con decisión en esta línea. El Espacio Europeo de Datos Sanitarios (EEDS), aprobado en abril de 2024, busca garantizar que la información clínica esté disponible de forma segura y eficiente en todos los países de la Unión Europea. Chile también está dando pasos importantes para sumarse a este nuevo estándar.

La Atención Primaria de Salud, donde se concentra buena parte del historial clínico de las personas, puede jugar un rol clave en este proceso. Entre enero y mayo, en solo 156 comunas que utilizan el sistema RAYEN, se han registrado más de 20 millones de atenciones. Toda esa información representa un activo invaluable para asegurar continuidad en la atención, especialmente en casos de urgencia o mayor complejidad.

En línea con esto, el Ministerio de Salud impulsa una medida concreta para abordar uno de los principales desafíos del sistema: las listas de espera. A través de la normativa Tiempos de Espera Interoperables, se establece que los registros clínicos electrónicos de los establecimientos públicos de salud —en todos sus niveles de atención— deberán integrarse con la plataforma de interoperabilidad del MINSAL.

El objetivo es permitir el intercambio eficiente, seguro y automático de la información contenida en las solicitudes de interconsulta, facilitando así su trazabilidad y gestión entre los distintos actores del sistema.

En este camino, la colaboración público-privada resulta fundamental. Las empresas tecnológicas que desarrollan software en el ámbito sanitario son aliadas estratégicas para hacer posible la interoperabilidad, fortalecer la investigación en salud, y permitir que las políticas públicas se construyan con datos confiables y en tiempo real. Esto es posible gracias a la gran cantidad de datos que se generan a partir de estas interacciones, los cuales hoy pueden ser analizados para identificar patrones que evidencian oportunidades de mejora en los procesos asistenciales, basadas en información oportuna sobre lo que ocurre en el sistema de salud.

Eso sí, esta transformación tecnológica debe ir de la mano con un compromiso ineludible: proteger la seguridad de la información. Los datos clínicos son sensibles y personales. Por eso, todos los sistemas que participen en esta red deberán garantizar la integridad, confidencialidad y disponibilidad de la información en todo momento, así como asegurar a la autoridad el acceso necesario para la gestión.

La Historia Clínica Compartida no es un lujo, ni un simple avance digital, es una herramienta estratégica y de carácter crítico para el país, que respeta el modelo de atención y consolida registros desde diferentes niveles de especialidad. Es el soporte que puede marcar la diferencia en la vida de millones de personas. Es la base para un sistema de salud más coordinado, más ágil, más conectado con el presente. Porque cuando la tecnología está al servicio del cuidado, todo el sistema se fortalece.

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