Por Matías A. Loewy
A comienzos de año, Argentina formalizó su Estrategia Nacional de Salud Digital. Y el responsable de liderarla, el Dr. Alejandro López Osornio, encabeza la nueva Dirección Nacional de Sistemas de Información en Salud del Ministerio de Salud de la Nación. “Es un gran logro: antes había direcciones de informática que funcionaban como el soporte tecnológico de todas las necesidades del Ministerio, pero no con un perfil tan orientado a sistemas de información en salud”, resume este médico de familia graduado en la Universidad Nacional de La Plata, que trabajó como programador mientras hacía su carrera e integró el Área de Informática Médica del Hospital Italiano de Buenos Aires. En diálogo con E-Health Reporter Latin America, López Osornio sintetiza los principales ejes del proyecto inspirado en el modelo canadiense y los planes para los próximos años.
. ¿Cómo surge la idea de una Estrategia Nacional de Salud Digital?
No es una idea, sino que es una necesidad. El desarrollo de los sistemas de información en salud es tan complejo que no puede quedar librado al azar. Requiere de una coordinación por parte de los gobiernos, de un diseño y de una estrategia para que todas las iniciativas de salud digital en el entorno de un país estén bajo un paraguas que asegure que esa información se pueda compartir.
. Había muchas iniciativas, pero desperdigadas
Eso pasó en todo el mundo. La información existe, pero está fragmentada y no puede unirse, por lo que nunca se tiene una visión completa del paciente. En Argentina, los programas de información en el Ministerio reflejaban la fragmentación del sistema de salud: cada área o programa (Estadística, Maternidad, Epidemiología, registros de enfermedades puntuales, etc.) tenía sus propios sistemas, pero eran compartimentos estancos que no se tocaban. Y esa fragmentación la reproducíamos en los centros de atención.
. ¿Cuáles fueron los principales desafíos a la hora de pensar en una estrategia articulada a nivel nacional?
Los desafíos son balancear la necesidad de compartir información con el respeto a la privacidad y la autonomía de las personas que la generan. Si toda la información estuviera disponible a todo el mundo simplemente haciendo un click con en el mouse, sería muy bueno. Pero hay que considerar el derecho del paciente a compartir la información únicamente con las personas que están a su cargo, y también respetar la autonomía de las provincias y las instituciones privadas para desarrollar sus propios sistemas de información y compartirla sólo cuando es necesario
. ¿Qué infraestructura adoptaron?
Una infraestructura nacional mínima, distribuida, que integra todos los proyectos que están transcurriendo en el país. Es como un bus de interoperabilidad que permite que cualquiera que esté trabajando con sistemas de información en salud [en las distintas jurisdicciones] se comunique con este bus [a nivel central] y automáticamente tenga acceso al resto de los participantes. Eso simplifica mucho el proceso de conexión. Cada uno resuelve su parte y todos terminamos hablando el mismo idioma y pudiendo compartir información en forma segura y privada.
. ¿Cómo abordaron el desafío de facilitar que se compartan los documentos clínicos?
Desde un punto de vista estrictamente legal: el que tiene derecho a decidir quién ve los documentos clínicos es el paciente. La idea es que, cuando un médico está enfrente del paciente, pueda utilizar su autorización para ver la historia clínica completa de ese paciente y solo por un motivo asistencial. Por otra parte, dentro de toda la información que se registra en el punto de atención, hay una parte que va a viajar a los ministerios (nacional o provincial) o a los programas en forma de “pedacitos” de información que cumple fines estadísticos o de gestión y que va a estar disponible para la toma de decisiones y para la generación de reportes. Pero la mayor cantidad de información va a permanecer en el lugar donde se registró, manteniendo toda la autonomía y la privacidad.
. ¿Sienten que empoderar al paciente es un elemento central a la hora de pensar una estrategia?
Sí, el impacto [de la Estrategia Nacional de Salud Digital] tiene que ser para mejorar la calidad de la atención de la salud. Y mantener una visión completa del paciente y hacerla disponible para cada una de las personas que lo están atendiendo es un gran paso. Pero, además, también podemos permitir las contribuciones del paciente al registro clínico. El paciente puede tener aplicaciones en el teléfono que registran el ejercicio o la adherencia a una dieta, o un dispositivo que mide si es diabético, o una balanza domiciliaria que envía el resultado por wifi. Y toda esa información puede ir a un mismo registro y estar disponible para los médicos que lo atiendan. El paciente también se va a sentir con mayor control de su salud. De hecho, yo creo que van a empezar a aparecer proveedores de apps y de soluciones que ayuden al paciente a entender mejor sus datos clínicos, como, por ejemplo, sus tendencias de colesterol y su comparación con el peso o la cantidad de ejercicio que hizo. Eso lo puede ayudar a tomar decisiones, a cuidarse mejor, a entender por qué estuvo bien en una época y en otra no.
. ¿Cuál es la relación de la Estrategia Nacional de Salud Digital con la Cobertura Universal de Salud o CUS: el plan del Ministerio de Salud para los 15 millones de personas que se atienden en el sector público?
Nosotros consideramos que el sistema de información es el cimiento sobre el que deben funcionar los planes de la CUS. Sin un sistema de información, no podemos saber si estamos bien o mal, o si estamos mejorando la cobertura de la gente, por lo que no podemos hacer un diagnóstico para ver qué es lo que nos falta. Tenemos que tener a la gente nominalizada, georreferenciada y asignada a un equipo de atención. También hay que facilitar el acceso con turnos electrónicos programados y las derivaciones.
. ¿Y cómo marcha el plan piloto de la CUS?
Hay quince provincias que firmaron el acuerdo con el Ministerio de Salud. Mendoza empezó el primer plan piloto de la CUS en tres centros de Guaymallén, a fines de 2017, y ya se expandió a 22 centros de la provincia. En tanto, Corrientes, Misiones, La Rioja y Jujuy ya formaron equipos integrados con profesionales de atención primaria, de gestión, de estadísticas y de sistemas de información que están trabajando por primera vez en conjunto. Pensamos comenzar ahí pilotos parecidos, y que, para el último trimestre de este año, todas ellas tengan los primeros cuatro centros implementados. La idea es que para 2020 haya veinte provincias que hayan arrancado sus pilotos o “proyectos provinciales escalables” (PPE).
. Sería un gran paso…
Tendría un valor importantísimo. Argentina tiene una gran heterogeneidad en los niveles de desarrollo de los sistemas de información provinciales, con provincias muy avanzadas y otras que están empezando. Este plan va a asegurar que todas las provincias emprendan estos proyectos con éxito. El proyecto escalable demuestra esta capacidad en algunos centros de salud implementando la Historia Clínica Electrónica, esto significa que la provincia cuenta con una estrategia explícita en sistemas de información, con estándares e interoperabilidad, que está produciendo datos estadísticos, que registra las vacunas, etc.
. ¿Cuál es el rol de la Nación en la aplicación a mayor escala de estos proyectos?
En un país federal, la idea es que el escalamiento dependa más de la provincia. Le damos más importancia a los proyectos escalables que a la extensión. La idea es hacer cambios que sean permanentes. Hay mil ejemplos en informática médica: con gran esfuerzo se implementa un plan piloto que funciona bien… solo mientras el esfuerzo se mantiene y luego no queda porque no se transformó lo que pasaba en la provincia. Nuestra expectativa es que eso cambie. Es un trabajo que hacemos en conjunto, pero en el que la provincia pone la creatividad: designa personas, arma equipos, hace cursos, especifica procesos, decide su estrategia de historia clínica electrónica y elige los centros participantes.
. ¿En qué modelo se inspiraron para desarrollar esta Estrategia Nacional de Salud Digital?
El modelo es Canadá. Es un país muy federal, donde las provincias son muy independientes. Fue un proyecto muy parecido a esto, pero solo les daban plata, con los requisitos de que cumplieran ciertas pautas. Y después lo controlaban. Nosotros, para adaptarlo a nuestra realidad, sentimos que teníamos que trabajar más en conjunto. Por eso hay incentivos que tienen que ver con lo económico, con los recursos, pero además hay una planificación y una ejecución conjunta de estos proyectos escalables.
. ¿La falta de conectividad es una barrera?
Hace poco hicimos una encuesta y más o menos el 20 por ciento de los 10.000 centros públicos de atención en Argentina tiene algún tipo de registro electrónico, que puede ser registro de facturación, de vacunas, etc. Ese es el piso de conectividad, pero suponemos que habría un 50% que no tiene conexión a internet o tiene una muy limitada. Por eso impulsamos junto al Ministerio de Modernización un plan de conectividad que aspira a conectar todos estos proyectos escalables y acordar, con cada provincia, bandas de prioridad para ir cubriendo toda la superficie.
. La disponibilidad de recursos humanos también podría ser otra diferencia con Canadá.
Si, es cierto. No hay tanta oferta de formación en informática médica en el interior del país. Por eso queremos lanzar en los últimos cuatro meses del año el plan “Cien Líderes”, que procura formar en este campo cien informáticos o médicos, cuatro por cada provincia. Vamos a becar un curso de posgrado de cuatro a seis meses, que será gran parte online, para que los especialistas ya queden ahí y no tengan que llamar a Buenos Aires para ver cómo tienen que hacer las cosas.
. ¿La estrategia requiere modificar el marco legal?
Las leyes, por supuesto, se van actualizando con el tiempo. Y todas las novedades de las aplicaciones de tecnologías de información en el ámbito de la salud desarman un poco algunas leyes antiguas y algunas asunciones viejas. Es necesario tener una nueva ley que regule cómo se interactúa con los pacientes y cómo se interactúa con la información, cuando la información es digital y cuando los pacientes ya se pueden ver a distancia, por ejemplo. También sería bueno una ley que deje claramente establecido cuando una receta electrónica cumple con los requisitos o criterios que hoy imponen las normas para la receta en papel.
. ¿La expectativa es que se trate este año o el próximo?
El plan no es tan claro, pero todos los equipos del área jurídica del Ministerio están trabajando para preparar esto. La idea sería integrar las distintas líneas (firma digital, documentos electrónicos, privacidad y seguridad de los documentos, etc.) en una sola ley. Tenemos una ley de firma digital muy buena, pero hay que darle la forma de uso y la aplicación en el ámbito de la salud. Tenemos una ley de protección de datos personales que es muy buena, pero habría que hacer una reglamentación que explique cómo se aplica bien, por ejemplo, a los repositorios de historia clínica electrónica. Una Ley general de Salud Digital probablemente resuelva estos pequeños baches que uno va viendo.