La interoperabilidad es una concepción cada vez más emergente. De hecho, en Europa y Estados Unidos son numerosos los avances y proyectos para alcanzar un sistema global interoperable.
La doctora Montserrat Robles Viejo, directora del Instituto Universitario de Investigación de Aplicaciones de las Tecnologías de Información y Comunicaciones Avanzadas (IU ITACA) de la Universidad Politécnica de Valencia y profesora de Sistemas de Información y Redes de Comunicación en Medicina, afirma que la interoperabilidad es un tema de gran interés en todas las naciones a nivel mundial, pero que todavía nadie lo tiene resuelto.
Un concepto con nombre y apellido
La interoperabilidad es la capacidad de dos sistemas informáticos de intercambiar y compartir información, entendiéndola y utilizándola. “Pero para hablar de interoperabilidad deberíamos ponerle un apellido”, sentencia Robles Viejo. Con esto se refiere a la interoperabilidad semántica, es decir, la que garantiza que la información escrita en un sistema pueda descargarse o buscarse en otro e interpretarse igual que en donde se escribió; o sea, la posibilidad de ingresar datos en un idioma y acceder a los mismos en otro país sin confusiones.
Un proyecto mundial
En todos los continentes se está investigando y trabajando exhaustivamente para lograr un sistema de salud mundial interoperable semánticamente. “El objetivo final es que cuando un paciente se atienda en un hospital, toda la información clínica que se escribió con anterioridad en otros establecimientos sanitarios sea accesible y pueda ser interpretada con el mismo significado que se escribió; eso es complejo pero posible”, describe la doctora.
Lo ideal es que cada nación tenga su propia base de datos -un conjunto mínimo básico de información clínica- disponible para compartir con todo el mundo. Estados Unidos ya desarrolló el suyo y Europa también, allí lo han llamado “Resumen del Paciente”, pero todavía ninguna se encuentra a disposición fuera del país originario. En Suecia, por ejemplo, hay un sistema que reúne información desde y para todos los hospitales, lo que la convierte en interoperable, pero a nivel nacional.
El desafío es lograr que estos sistemas estén dotados de una interoperabilidad semántica avanzada para que cuando un paciente se traslade a un nuevo país, desde éste se pueda solicitar y entender su información clínica. “Yo pienso que estamos en un punto en el que el avance es rápido. Para 2020, se verán avances grandes e importantes”, pronostica Robles Viejo.
Una tecnología compleja
“Si se quiere compartir la información para que se entienda en distintos sitios, hay que seguir un estándar, una normativa”, explica la profesora de Informática Médica. Actualmente, existe el estándar HL7, que es estadounidense y se utiliza en todo mundo, y el ISO EN 13606, que es europeo y específico para comunicar extractos de historias clínicas electrónicas en diferentes sistemas sin errores de interpretación.
Dentro del ITACA, Robles Viejo es la directora del grupo de investigación IBIME, que ha desarrollado el producto LinkEHR. “La aplicación que hemos creado es capaz de hacer que la historia clínica que existe actualmente en un hospital, esté estandarizada o no, se convierta a un determinado estándar –sea cual fuere el que se acuerde utilizar-”, describe.
Además, la doctora cuenta que a la hora de elegir qué protocolo seguir, ella y su equipo se encontraron ante la realidad de que los estándares son algo vivo, y por eso mismo, en 2020 no funcionarán los que están en uso hoy. “Nos planteamos hacer un sistema agnóstico, que no dependiera del estándar. A LinkEHR se le pueden cargar las características del estándar deseado e, internamente, se adapta para transformar la información ya existente”, explica.
Ahora bien, ¿cómo funciona? Para estandarizar datos clínicos, se diseña primero un arquetipo, un modelo de información basado en el estándar existente. Luego, LinkEHR hace las correspondencias entre los datos y el arquetipo, y genera un programa de conversión.
Naciones como Australia, España y Brasil han desarrollado sus propios arquetipos y los han publicado de forma libre en la web. Éstos pueden ser traducidos de un idioma a otro, pero el programa no lo hace automáticamente. “Definir los conceptos de salud es complejo y lo tienen que hacer especialistas. LinkEHR los ayuda a hacer que lo que definan cumpla con los estándares”, expresa la ganadora del Premio Nacional de Informática y Salud de la Sociedad Española de Informática de la Salud de 2014.
Para llegar a la interoperabilidad
LinkEHR es un sistema ligero que requiere simplemente una computadora. Para obtenerlo, cualquier institución sanitaria debe comprar el software (según el módulo, el precio ronda los doce mil euros). De todos modos, la sección de edición de arquetipos es libre y está siendo utilizada en todo el mundo. “El hospital o sistema de salud puede encargarnos el trabajo a nosotros o comprar el sistema y aprender a usarlo”, diferencia Robles Viejo.
Según explica, no será necesario educar a los usuarios para el uso correcto de los sistemas. “Están diseñados en función de la edad de los pacientes, sus conocimientos y su perfil. Para los profesionales lo mismo, no se les puede dar toda la cantidad enorme de información que existe sobre ese paciente porque perderían mucho tiempo. Si tenemos los conceptos clínicos ya basados en arquetipos muy bien estructurados, el médico puede elegir qué quiere ver y qué información es más relevante para él, aunque pueda verla toda”, detalla.
En cuanto a la información almacenada, existe un riguroso control. Si la ficha médica contiene información que identifica al paciente (nombre, documento, domicilio, etc.), sólo puede ser consultada por el propio paciente o por el médico que va a atenderlo, debidamente identificado y con los permisos correspondientes. Incluso, ningún doctor puede acceder a ella por mera curiosidad, ya que constituiría un delito. “La información de los pacientes es muy sensible y no la puede manipular cualquiera. Es por esto que puede anonimizarse y convertirse en material útil para la investigación y la educación”, comenta Robles Viejo.
En Argentina, la especialista en informática médica pone como ejemplo de desarrollo de interoperabilidad al Hospital Italiano de Buenos Aires. “Es uno de los mejores que tienen allí, tecnológicamente hablando”, aprecia. En esta institución la información ya está estandarizada en HL7. Esto significa que la pueden comunicar, pero todavía no se ha conseguido que en otros países la entiendan con el mismo significado con que se expresó originalmente. “En ese sentido, hay que avanzar”, concluye.