El inicio del año 2012 le ha traído al sector salud colombiano varias declaraciones significativas de diferentes líderes sobre la necesidad de articular sistemas de información sólidos y confiables como elemento esencial en el funcionamiento de este sector. La Ministra de Salud y Protección Social, Beatriz Londoño Soto, en su entrevista concedida al diario El Tiempo el pasado 5 de Febrero, incidió sobre la necesidad de contar con buenos sistemas de información, tanto en el propio Ministerio, como en la Superintendencia de Salud, y en general en cada uno de los agentes del sector. La Contralora General de la República, Sandra Morelli Rico, también se pronunció categóricamente sobre los desvíos de recursos en el sistema y la necesidad de contar con sistemas fiables que evitasen tales desmanes. Por su parte Carlos Alberto Botero, Presidente de la Federación Nacional de Gobernadores pidió al Ministerio de Salud y Protección Social definir el sistema de información que incluya a todos los colombianos y de esa forma permita definir políticas en salud de todos los usuarios y afiliados al sistema.
Declaraciones desde diferentes ángulos que inciden en un problema esencial en cualquier sector económico del siglo XXI: la información. Son declaraciones que amplifican lo que se escucha en cada reunión sectorial, en cada empresa, hospital, o universidad vinculada, directa o indirectamente, con la salud.
El sector salud del Siglo XXI se caracteriza por una paradoja sorprendente: se practica una atención clínica altamente tecnificada, en medio de un entorno de procesos discontinuos y desconectados, y cuyo soporte de información está fuertemente basada en el papel. La técnica del Siglo XXI convive con procesos del Siglo XIX.
La salud burocrática tiene signos y síntomas que la hacen muy fácil de diagnosticar: alto volumen de procedimientos sin interconexión entre los agentes, procedimientos manuales y soportados en papel; lentitud e ineficiencia. En un entorno así, es lógico que exista una alta probabilidad de cometerse errores, tanto clínicos como administrativos, y dejar las “venas abiertas”, como decía la Contralora General, para que personas inescrupulosas desvíen los recursos públicos.
No obstante, no todo el panorama es negro. En los últimos años las tecnologías de la información han ido entrando en el sector con fuerza y hay experiencias exitosas que han permitido simplificar el acceso a los servicios de salud, avanzando hacia modelos de gestión más informatizados, participativos e integrados.
La crisis actual es una oportunidad para sistematizar, generalizar y democratizar este tipo de soluciones, llegando a todos los agentes del sector. El reto es afrontar la sostenibilidad del sistema para prestar servicios de calidad a los pacientes, en un entorno de recursos limitados, innovando en formas de gestión (redes integradas), y aprovechando las ventajas de las Tecnologías de la Información.
Colombia demanda y necesita una gran ola de despliegue de aplicaciones de las tecnologías de la información en este sector. Necesita cambiar de paradigma pasando cuanto antes de la salud burocrática al e-Health. Esta ola debe incluir iniciativas estratégicas como la atención primaria, la historia clínica electrónica, la receta electrónica, etc. Pero no sólo se requieren sistemas clínico-asistenciales sino también perfeccionar los sistemas administrativos básicos, como los sistemas de afiliación, los sistemas de soporte a los procesos de facturación entre EPS e IPS (facturación electrónica), sistemas de compras centralizadas, y otras iniciativas donde las tecnologías juegan un rol central.
Sin embargo, un punto crítico y esencial para que esta “oleada” tenga éxito es su planificación estratégica dado que iniciativas de este calado no se pueden dejar a la improvisación. Ahora mismo los avances tecnológicos parecen sobrepasarnos, hay una fuerte tendencia a ser reactivos, actuamos por “modas”, con muchas actuaciones tácticas que se manifiestan con el síndrome del “proyecto piloto”, proyectos que nunca se generalizan ni obtienen los resultados prometidos. Además, existen silos de datos, que fragmentados y dispersos, no logran convertirse en información útil. En resumen, numerosos proyectos tecnológicos fracasan por su improvisación. Ningún proyecto e iniciativa, individualmente, por bueno que sea, resolverá los problemas del sector. Se requiere una visión estratégica de los sistemas de información, un plan articulado y coherente para poner orden y sentido a estas inversiones.
Por último, es necesario que en Colombia los líderes del sector salud en todos los niveles (Ministerio, Superintendencia, entes territoriales, Contraloría, EPS, IPS, etc) sean coherentes y puedan alinear el discurso público de las grandes políticas sanitarias con la realidad inversora en sistemas de información. Las TIC no pueden ser vistas como un gasto sino como una inversión, una, por cierto, bastante rentable a corto, medio y largo plazo.
Las dificultades actuales deben traducirse en una oportunidad para el sector de la salud en Colombia: un momento de cambio que permita hacer posibles las transformaciones necesarias para incrementar el valor de las políticas públicas, recuperando y potenciándose así la confianza ciudadana en las instituciones de salud.