En el marco del XVII Congreso Nacional de Informática de la Salud (Inforsalud 2014), organizado por la Sociedad Española de Informática de la Salud en Madrid, se celebró la Jornada Nacional de las TIC y el Medicamento, que contó con la participación de expertos y actores del Sistema Nacional de Salud.
Con el fin de analizar los desafíos de las bases de datos farmacológicas, abordar la problemática de la falsificación de medicamentos y debatir sobre el auge de las apps médicas, el encuentro reunió a Santiago Ortiz, jefe de Servicio de la División de Tecnologías de la Información de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS); Arturo Romero, director del Proyecto “Historia Clínica Digital del SNS” del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; Carles Codina, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital Clinic de Barcelona; Antonio Blanes, miembro del Departamento Técnico del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos; y Paul Bonnet, director general de Vidal Vademecum, proveedor europeo de información farmacológica estructurada.
El moderador de la jornada, José Manuel Simarro, jefe de la división de Tecnologías de la Información de la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS), inauguró la mesa redonda y les preguntó a los oradores cuál era su valoración sobre la información que facilitan los organismos reguladores en materia farmacológica.
Carles Codina explicó que los hospitales deberían tener un único repositorio de medicamentos para consolidar y automatizar la información que cargan los profesionales. “Sería deseable contar con una base de datos común en todo el Estado, y este deseo no sería sólo para los hospitales en sí, sino también para todo el área de actuación de cada hospital”, dijo.
Por su parte, Arturo Romero, defendió la terminología elegida por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de España (Snomed-CT) y recalcó: “Lo que interesa es conectar bien la historia clínica del paciente con la prescripción”.
Desde esta perspectiva, el director del Proyecto “Historia Clínica Digital del SNS” reconoció que los problemas relacionados con encontrar terminologías estándares movilizaron al Ministerio de Sanidad español, que proporcionará una codificación a todas las Comunidades Autónomas.
“Los países europeos que están utilizando la terminología Snomed-CT están divulgando sus bondades y utilización ya que, de otro modo, si no se consigue estandarizar esta terminología, seremos más compatibles con Estados Unidos que con nuestros vecinos europeos”, concluyó.
Sin embargo, la liberación de una terminología no es suficiente, ya que su adopción masiva por los sistemas informáticos está supeditada a una inversión pública que financie la evolución de los softwares de prescripción electrónica.
Modelo de colaboración mixta, ¿es necesaria la alianza público-privada?
Uno de los ejes de debate fue la relación que existe entre los organismos reguladores que suministran información farmacológica y las compañías privadas que estructuran esos datos para luego interconectarlos con diversos sistemas de información.
En este sentido, vale preguntarse hasta dónde puede llegar la iniciativa privada. Por eso, Simarro planteó en la mesa redonda dos interrogantes: ¿La iniciativa privada es más competente que la pública? ¿Hasta dónde puede intervenir el regulador nacional?
Según Paul Bonnet, todavía hay un importante trabajo por hacer en materia de consolidación de la información de referencia. “En España, Snomed CT y los Códigos Nacionales manejados por la Agencia Española del Medicamento permiten identificar inequívocamente un remedio para poder asociarle propiedades farmacológicas y administrativas, consolidando en un sólo lugar las diferentes bases autonómicas y nacionales con la información clínica de referencia. Posteriormente hay que ofrecer accesibilidad para los múltiples sistemas que consumen este tipo de información”, señaló.
A su vez, el director de Vidal Vademecum se refirió a la inversión pública que realizaron las 18 Comunidades Autónomas de España en el sector sanitario: “Cada Servicio Público de Farmacia destinó mucho trabajo y dinero para mantener e interconectar la información con un solo sistema: el de Atención Primaria, pero no consiguieron alimentar los múltiples softwares hospitalarios que requieren consumir bases de datos medicamentosas para mejorar la calidad asistencial”.
“El sector público requiere aliarse con especialistas del sector privado que tienen legitimidad, experiencia y avance tecnológico para distribuir tanto la información oficial como los estándares nacionales”, aseguró Bonnet.
Apps médicas y falsificación de medicamentos, ¿cuáles son los desafíos que plantean?
Antonio Blanes hizo alusión al auge de las aplicaciones móviles de consulta de información farmacológica y comentó que las apps médicas no son una moda sino una realidad, ya que cada día se descargan más de 2 millones de aplicaciones móviles. Y agregó: “A pesar de que existe un limbo en lo que a regulación se refiere, lo fundamental es que la información que ofrecen estas apps sea accesible para el usuario”.
Para finalizar la sesión se abordó el problema de la falsificación de medicamentos. Santiago Ortiz detalló que la Agencia Española de Medicamentos viene trabajando con la aplicación Datamatrix, que permite la identificación de medicamentos a nivel de formato y que muestra tanto la información de la Ficha Técnica como el prospecto de los fármacos. “Esta tecnología permite, con un simple escaneo, acceder a información de calidad y no solo a ficheros planos; y luego evita el número de falsificaciones de medicamentos”, puntualizó.
Por último, siguiendo esta línea, Paul Bonnet intervino para compartir que la compañía que dirige está ultimando el desarrollo de una herramienta que permite identificar medicamentos según su forma o color.