Con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, analizamos cómo han operado las tecnologías de información en un momento en el que, más que nunca, necesitamos desarrollar resiliencia para enfrentar la crisis.
Por Alfredo Almerares*
El año pasado, la atención virtual aumentó exponencialmente, y para que esta nueva forma de atención pudiera desarrollarse, orientando la atención a mejorar la calidad de vida y la dignidad de las personas, se flexibilizaron las regulaciones -como el caso de la firma digital-, incorporando códigos de prestación específicos y se alinearon incentivos financieros, con flujos de pago, fomentando el acceso, además de aumentar las capacidades de las herramientas existentes.
Todo esto permitió que, en plena pandemia, se sumaran nuevas alternativas para brindar cuidados a distancia.
En 2021, debemos trabajar por una telemedicina sustentable y eso implica, entre otras cosas, garantizar la seguridad en el desarrollo y uso de las tecnologías de la información en salud. Con esto me refiero tanto a la integridad de la información, a que sea privada e invulnerable, como a la seguridad clínica, siempre poniendo en el centro a las personas y garantizando que las herramientas utilizadas en el sistema no generen un perjuicio a su salud.
Es en este aspecto, la seguridad clínica, donde hay más por hacer. Y en los esfuerzos por garantizar la integridad de la información no podemos desatender el elemento de riesgo implícito en utilizar un nuevo modelo de atención.
Al pensar en utilizar tecnologías de la información en salud debemos asegurar el uso de herramientas que ofrezcan más que una mera interacción, y que brinden un contexto de la situación de salud de un paciente, como por ejemplo sus alergias, para que el médico pueda determinar el medicamento a recetar.
Si bien la tecnología está disponible en Chile, lo que falta es la voluntad de instaurar normas que hagan la atención más segura para los pacientes.
*Physician Executive de InterSystems Chile.