Juan Pablo Zoppi es estudiante de Ingeniería Electrónica en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) y como proyecto de fin de carrera propuso desarrollar una mano robótica con movimiento independiente de los dedos, baterías recargables y un costo final muy por debajo del mercado actual. La respuesta desde la institución fue negativa; no creían que pudiera finalizar el proyecto.
Pero Zoppi no se resignó. Estudió por su propia cuenta robótica, bioelectrónica y modelado de objetos en 3D por computadora para hacer realidad la prótesis, que ya fue probada por un niño rosarino que había perdido la mano izquierda. El costo total del producto fue de $8.000, el equivalente a US$ 533 y un precio muy económico si se compara con los US$ 30.000 que cuesta la prótesis Otto Bock Michelangelo. Este modelo, de origen alemán fue su inspirador y el que observó para realizar un ejercicio de ingeniería inversa y construir la suya con precio acorde a los ingresos latinoamericanos.
Mientras trabajaba en este desarrollo, Zoppi analizó el panorama de prótesis de miembros superiores en la región y se propuso superar las limitaciones técnicas que muchas de ellas muestran, agregando una serie de características a su mano robótica, entre las que se cuentan: que no es necesario mover una parte del cuerpo para accionarla; que es utilizable por una persona que está amputada a la altura del codo; que tiene menú de funciones, lo cual le confiere más flexibilidad; que se puede controlar la fuerza con la que toma el objeto; que tiene movilidad independiente de dedos; que incorpora electrónica.
La prótesis fue construida en ABS, un plástico de los más usuales en las impresiones 3D y funciona con una batería recargable de litio y polímero, con una autonomía de 6 horas. Además, funciona mediante micromotores y señales bioeléctricas, es decir, en base a la actividad eléctrica de los músculos ya que en la zona de contracción hay actividad eléctrica que se controla y con un tratamiento adecuado se dirige la prótesis.
A pesar de los avances y de las pruebas exitosas, Zoppi no consiguió apoyo ni financiación de ninguna institución ni aceleradora. Sin embargo, el emprendedor sigue perfeccionando la mano robótica: “Mi objetivo es conseguir un guante cosmético y colocarlo en el próximo prototipo que ya estoy realizando y que tiene más grados de movilidad de dedos, pudiendo adaptarse a objetos con geometría no definida”, adelanta.
El nuevo prototipo ya está en marcha y se suma a la gran cantidad de proyectos que buscan aplicar las últimas tecnología en pos de resolver problemas concretos y acercar los recursos a cada vez más personas.
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