Según un trabajo que analiza el uso de los sistemas de telemonitorización y atención remota en España, la falta de formación diabetológica en pacientes y profesionales y la falta de disponibilidad de las infraestructuras necesarias son los principales obstáculos.
El estudio Telemedicina e innovación en Diabetes: Telemedicina de calidad para las personas con diabetes insulinizadas, analiza el uso de los sistemas de telemonitorización y atención remota en España durante la pandemia, específicamente para los casos de pacientes diagnosticados con diabetes.
La investigación, llevada a cabo por un grupo de expertos españoles – Jordi Ibáñez, Enric Rovira y Jaume Ribera-, identifica las principales barreras en la aplicación de la telemedicina en estos casos y, entre otras cosas, destaca la falta de formación diabetológica en pacientes y profesionales y la falta de disponibilidad de las infraestructuras necesarias como principales obstáculos.
«En la actual situación provocada por la pandemia, cuando hablamos de telemedicina, hemos de entender por tal, básicamente, la relación a distancia entre un médico y su paciente. Pero, en realidad, ese concepto va más allá y es preciso considerar un marco más amplio que abarque la teleconsulta médico-paciente, la monitorización remota, las consultas entre especialistas o la formación virtual, entre otras cuestiones. Los pacientes crónicos y, en especial, los diagnosticados de diabetes, han visto limitado su acceso a los servicios de salud. En concreto, los que padecen diabetes mellitus tipo 2 (DM2) insulinizados han sido de los más perjudicados, ya que, a diferencia de los diagnosticados con diabetes mellitus tipo 1 (DM1), no han tenido acceso a las mismas herramientas tecnológicas
ni cuentan con el mismo nivel de formación y conocimiento de su enfermedad«, explica el documento enfatizando la inequidad en el acceso a los sistemas de monitorización de glucosa.
En total se identificaron 10 barreras en el estudio, las cuales se sitúan dentro de los ámbitos de la gestión del cambio y la formación, el impacto presupuestario y la inversión, y, por último, la seguridad y la confidencialidad de la información del paciente.
Frente a esas barreras, los expertos definieron 15 propuestas, evaluadas en función de tres criterios: impacto, facilidad de implantación y factibilidad en el tiempo.
Las oportunidades identificadas como de mayor impacto son: extender la utilización de sistemas de monitorización de glucosa en líquido intersticial (la única considerada implantable a corto plazo) e incrementar la capacitación de los profesionales sanitarios en tecnología y diabetes (la de mayor facilidad de implantación).
Para cada una de estas dos oportunidades (o «retos») se definieron una serie de acciones.
En el primer caso, las acciones van desde trabajar con la Administración y las CC. AA. en paralelo, de la mano de comunidad científica, y planificar por adelantado las necesidades de la infraestructura sanitaria (recursos, formación); hasta establecer un precio revisable de dichos sistemas en función del grado de adopción (número de pacientes usuarios) y el nivel de madurez de la innovación (tiempo de presencia de la solución en el mercado); y dar visibilidad a la mejora de los resultados obtenidos en salud y calidad de vida del paciente, así como a las diferencias que puedan producirse entre CC. AA. (que supongan una falta de equidad de facto, así como a la generación de valor para el paciente).
En el segundo «reto», las acciones propuestas por los expertos, incluyen promover la formación adaptada a las necesidades de los distintos grupos de profesiones y su rol en el tratamiento de los pacientes, concepto en el que se incluye la definición de programas formativos a partir de las barreras existentes que cuenten con el aval de las sociedades científicas.
Fuentes:
https://media.iese.edu/research/pdfs/ST-0616
https://www.ieseinsight.com/fichaMaterial.aspx?pk=75543&idi=1