Entrevista al Dr. Carlos Regazzoni, subsecretario de Desarrollo Social de Buenos Aires

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 “Necesitamos una visión saludable de la Argentina, y esa visión está escondida en los anhelos de un montón de médicos y enfermeros que empezaron sus carreras con ese ideal”. El Dr. Carlos J. Regazzoni es médico y Doctor en Medicina por la Universidad de Buenos Aires. Realizó su residencia en el Hospital de Clínicas, donde se desempeñó muchos años como médico de planta honorario. En el 2008 fue Subsecretario de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires, y actualmente se encuentra a cargo del Programa de Prevención Primaria de Deterioro Cognitivo en INECO y del área de Salud de la Fundación Pensar, entre otras actividades asistenciales, docentes y políticas. Apasionado y enérgico docente y escritor, transmite una vocación por la transformación de la salud en nuestro país que es contagiosa.

En un artículo en tu blog decís que la acción política es la mejor forma de revelarse contra el destino, de generar un cambio, ¿cómo surgió tu vocación por el servicio público?

Lo que veo, francamente, es que uno cuando se forma como médico, aprende o intenta formarse con lo mejor que hay en el mundo. Y la medicina te lo pone a tu alcance, porque basta con que sepas inglés para formarte o acceder a lo mejor. Cuando ves lo lejos que está la Argentina de ese… llamémoslo “paradigma mundial”, te da pena… Como que en una provincia, a las 2 de la tarde, no consigas que alguien te haga una glucemia porque el bioquímico duerme la siesta, o cuando ves la situación en la que se atiende a la gente, o el grado de desactualización de los profesionales en temas centrales, todo eso me despertó la vocación de cambiarlo. El gran desafío para la política en la Argentina es lograr pequeños cambios, pero que sean tan esenciales, que logren grandes repercusiones y transformaciones…

 ¿Sabés cuál es la inversión en salud en nuestro país actualmente? ¿Es suficiente? ¿Cuáles son las prioridades a tener en cuenta hoy en Argentina?

Hoy, el país estaría gastando entre 100 y 120 mil millones de pesos por año en salud. Cuando lo transformás en dólares internacionales por cápita, son aproximadamente 1900 dólares per capita por año. Gastando eso, tenemos una mortalidad en menores de 5 años de 16 por mil por año. Somos más ineficientes que Hungría, Polonia, Letonia, Lituania, Croacia, Singapur, Malasia y Chile. Cada año de vida adicional que ellos ganan, si ellos lo pagan 1, nosotros lo pagamos 3,5. Ese es el grado de ineficiencia del gasto de salud en Argentina. Y hoy por ejemplo salió en el diario que a pesar de los esfuerzos no se ha podido bajar la mortalidad materna. Entonces se confirma mi tesis: no es cuestión de gastar más dinero, sino de cambiar las pautas organizacionales. Si aplicamos la teoría de los sistemas, tenemos: recursos, procesos y resultados. Por ejemplo, bajar la mortalidad materna es el resultado de tu sistema. El dinero y recurso humano son los recursos. Algo pasa en nuestros procesos, que a pesar de aumentar los recursos, no mejoran los resultados. Básicamente, hay un error sistemático en los procesos. Entonces por ejemplo, si en un hospital se roban las jeringas, no voy a mejorar las cosas si aumento la provisión de jeringas, sino sólo hacer más rentable el negocio del que se las roba. Mi hipótesis es que nosotros deberíamos, con el mismo dinero en término de dólares internacionales, para dejar al margen la inflación, ser capaces de obtener tres veces mejores resultados. El elemento fundamental para lograr cambiar eso es transformar la salud pública en una cuestión de conciencia, como dice Mangabeira. Cambiando la cultura médica, la relación que los habitantes tienen con la salud, dándole poder a la gente y cambiando la relación que la política tiene con la salud. Normalmente los funcionarios tienen su prepaga, entonces están separados del sistema de atención pública; la gente no tiene conciencia clara de los requerimientos de su salud, por la diferencia cultural que existe entre el mundo médico, muy complejo, y la opinión pública muchas veces pobremente informada. Y los médicos, que muchas veces están avasallados por el día a día. Todo esto hace que sea muy difícil tener un planteo estratégico de la salud. ¿Y este plan estratégico debería implementarse a un nivel nacional? ¿Puede eso trasladarse a las provincias después? La Argentina tiene un problema, que es que la salud es una facultad de las provincias que no fue delegada en la Nación. Cuando la Nación se deshace de los hospitales nacionales y se los pasa a las provincias, pierde injerencia, y así el sistema de salud de cada provincia funciona autónomamente, y de manera desarticulada. Eso hace que las provincias con mayores desventajas y dificultades nunca puedan brindar la salud que necesita su gente. Entonces, como dice también Mangabeira, una de las cuestiones para promover la equidad es que el individuo deje de ser presa de su sistema local. Si a alguien que vive en Tartagal le vas a dar la salud que Tartagal es capaz de dar, nunca va a tener la salud que puede tener un sueco. Tenés que hacer algo para que en Tartagal exista Suecia, y eso sólo puede hacerse desde el estado central. Así que hay que cambiar la relación del Ministerio de Salud con las provincias. Para eso habría tres medidas fundamentales: una, la creación de una Ley Compromiso, de objetivos nacionales de salud. Un pacto por la salud, como hay en Brasil, en donde todas las jurisdicciones se comprometan a conseguir objetivos mínimos de salud para su población. La segunda es que el Ministerio de Salud debe ser responsable directo de la formación de todos los médicos y enfermeros de la Argentina, para crear una conciencia uniforme de país, y crear un nuevo tipo médico y de enfermero, comprometido con esos estándares nacionales. Como una especie de cruzada médica… El tercer punto fundamental es que las personas comunes puedan evaluar a sus médicos y a su sistema de salud, y que eso tenga consecuencias. En los hospitales públicos tiene que haber participación ciudadana directa, además de un sistema informático unificado, con una base de datos única en el país, que no te digo que es sencillo pero sí es asequible, y que este sistema se nutra no sólo de los datos que provee el sistema de salud, sino también de datos que provee la propia gente. Finalmente, la carrera del profesional de salud tiene que ser extremadamente vocacional, muy exigente desde el punto de vista académico, muy dinámica dentro de lo laboral, y muy fluida en términos de circulación por el territorio nacional y por el exterior, y por último comprometido con ideales nacionales y un sentido de misión. Necesitamos una visión saludable de la Argentina, y esa visión está escondida en los anhelos de un montón de médicos y enfermeros que empezaron sus carreras con ese ideal.

El año pasado publicaste un libro sobre “La misión política de la Universidad”, ¿cuál es esta misión?

Hoy en día están desintegrados los sistemas de salud, las políticas de salud y la formación del recurso humano en salud. La formación de los médicos tiene varios aspectos: primero, la cantidad de médicos que se están formando. No podemos seguir diciendo que en Argentina faltan médicos porque en algunos lugares de la Argentina falten médicos. Porque lo que ocurre es un fenómeno mundial: vos no mejorás la población de médicos en los lugares rurales o marginales, porque aumentes la cantidad total de médicos. Lo único que hacés es aumentar la concentración de médicos en los centros urbanos. Las políticas para aumentar la oferta de médicos en los centros periféricos son otras… Segundo punto: no se puede sostener que la gente no vaya al médico porque no tenga un médico cerca. También quedo demostrado, y salió en un estudio del NEJM hace una semana, que porque vos aumentes la oferta de médicos generalistas, no quiere decir que vaya más gente al médico. Razones: porque la salud no se limita al médico. Si no creas la situación cultural, que hace que la gente cuide su salud de un modo integral, desde la escuela, la televisión, el club deportivo, no vas a hacer que la gente aumente sus controles, número de consultas, etc. Dicho esto, la Argentina tiene 5,2 médicos cada 1000 habitantes, el doble de lo que necesita. ¿Qué problemas trae esto? Primero, que cuando aumentás excesivamente el número de médicos, eso es un disparador independiente de aumento de gasto en salud, y de mala calidad. El médico aumenta las prácticas y los gastos en salud, pero que no redundan en una mejor calidad de atención, y segundo que aumentás el número de hiperespecialistas, lo cual es anti-salud pública, porque el acto médico no puede estar mediado por el hiperespecialista, de ninguna manera puede ser la generalidad la hiperespecialización. Entonces, es fundamental la cantidad. Y respecto de la calidad, me parece que también se podría trabajar mucho en generar estándares de calidad. El médico debería certificar su calidad, a lo largo de su carrera, para lo cual se le debe dar incentivos económicos y académicos para la certificación. Y que eso marque una diferencia, el médico que se certifica vale más que el que no. Y segundo, generar más generalistas, y darles las herramientas, cursos, elementos didácticos, que faciliten la certificación. La facultad debería tener un rol fuerte en eso. Además la facultad necesita invertir fuertemente en investigación. No es verdad que los países pobres no puedan o no deban tener investigación médica de primer nivel. Todo lo contrario. Como dijo Houssay, si queremos dejar de ser pobres hay que investigar. Esto tiene que surgir desde los propios centros universitarios, sean públicos o privados. Las universidades deberían recibir subsidios consistentes para laboratorios de investigación o traer investigadores de afuera… Después, no puede ser lo mismo el médico que publica en revistas internacionales con referato, que el que no; eso tiene que ser un hito decisivo en la carrera académica y profesional. Debería ser una aspiración de todos los médicos y enfermeros, darle puntos para todos los concursos, y ser generosamente premiado, porque es un hecho crítico.

Suele decirse que sin educación no hay salud, y viceversa, que deben ir de la mano las mejoras en ambas, ¿es posible en la realidad política, articular ambas para lograr un cambio en la población? ¿Hay planes concretos de articulación?

La realidad es que hay fronteras culturales muy marcadas entre los diferentes sistemas, pero la verdad es que desarrollo social, educación y salud tienen que ir juntos, en una política unificada y planificada en conjunto. Eso es lo que están estimulando la OMS, el BID, el Banco Mundial y el programa para el desarrollo humano de las Naciones Unidas, bajo el concepto de seguridad humana. El crimen no es la única inseguridad, que los chicos se mueran de hambre en el norte argentino, o que alguien se muera de un cáncer prevenible, es parte de la inseguridad humana. Tiene que haber una política unificada de desarrollo. Y los números de las investigaciones realizadas son superabundantes al respecto. Aumentar el nivel educativo de las mujeres baja la mortalidad infantil y materna, aumenta el perímetro cefálico y la altura de los niños y el peso al nacer. Además, baja la mortalidad de casi todos los tumores y la incidencia de la mayoría de los tumores frecuentes. Entonces la conexión entre la vida biológica u ocurrencia de enfermedad y el nivel educativo de las personas es clarísima. Y viceversa, mejorar la salud de las personas aumenta la inversión en educación. Familias más saludables mandan más a sus hijos al colegio «»El conflicto es un instrumento»», dice el intelectual brasileño Mangabeira Unger.

¿Cómo lo aplicarías a nuestra realidad?

El gran problema que tenemos para cambiar el sistema de salud es el pobre reclamo de la sociedad, el altísimo nivel de conformismo que tenemos los Argentinos para con nuestro sistema de salud. Si hubiera conflicto, se cambia, sería instrumental… Pero como no termina de verse, no se resuelve… La demanda es pobre y la resignación es muy grande.. a pesar de los grandes problemas. Mangabeira mismo dice que hay que generar algún mecanismo por el cual podamos cambiar sin necesidad de una crisis. Para eso, habla de crear programas individuales repetidos millones de veces. Si yo pudiera de alguna manera representarme de golpe todo el sufrimiento individual que hay en nuestro país a causa de la salud (diabéticos no tratados que terminan amputados y ciegos, mujeres con tumores de mama enormes por no detectarse a tiempo, insuficiencia renal, enfermedades cardiovasculares, desnutrición), si pudiéramos sumar todo eso, estaríamos frente a una enorme catástrofe, de dimensiones planetarias!… Lo que pasa es que no podemos verlo en conjunto… Entonces lo que hay que hacer es generar un cambio de conciencia. Hay que generar mayor demanda de la gente en salud, lo opuesto a lo que se cree. Concientizar a la población.

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