Tecnología y burnout, un arma de doble filo

Temas

Uno de los objetivos de la transformación digital es optimizar los procesos para garantizar mejores resultados y mayor bienestar para los pacientes, pero también para los profesionales de la salud. La sobrecarga que puede generar el mal uso de la tecnología, la falta de estrategias o una elección de soluciones inadecuadas, puede tener consecuencias no deseadas que los establecimientos sanitarios deben atender.

Por Rocío Maure

A partir del punto de inflexión que significó la pandemia de COVID-19, todas las instituciones sanitarias atravesaron un gran avance en materia de transformación digital. Sin dudas, la solución más visible fue la telemedicina. Al día de hoy, las consultas virtuales se mantienen y los índices de uso no solo no retrocedieron a las cifras previas a la pandemia, sino que prometen aumentar.

Sin embargo, en la transición hacia una transformación digital completa, el uso de la tecnología puede sumar carga laboral. Diversos estudios han demostrado que, en primera instancia, los paramédicos y los enfermeros suelen afrontar las consecuencias en el incremento en la demanda de servicios y en las exigencias de las tareas, además de ser actores centrales para aportar datos relevantes del paciente.  

Desde este año, tras la ratificación de la revisión número 11 de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11), la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el síndrome de desgaste profesional, o burnout, como una enfermedad. Según lo establecido en el CIE-11, es un síndrome que resulta del estrés crónico en el lugar de trabajo y que no se ha manejado con éxito. Se caracteriza por sentimientos de falta de energía o agotamiento; aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos con respecto al trabajo; y una sensación de ineficacia y falta de superación personal.

A nivel organizacional, desatender esta problemática puede dar lugar a fallas en los procesos, aumentar la cantidad de errores evitables y, en última instancia, poner en peligro a los pacientes y al mismo personal. Es por eso que abordar la salud física y mental del personal de salud debe ser prioridad para todo establecimiento sanitario.

Dos caras de la misma moneda

Cuando se prioriza qué soluciones incorporar, los establecimientos sanitarios identifican las áreas que demandan más tiempo por fuera de la atención al paciente. Completar una historia clínica, elaborar informes, y registrar estudios clínicos y tratamientos son tareas que suelen demandar mucha energía y pueden llevar al desgaste profesional.

Estas tareas no necesariamente siguen siendo manuales y la inclusión de sus variantes digitales agiliza el proceso, tanto para el profesional que ingresa esos datos como para aquel que los consulta. Sin embargo, se ha observado que en muchas instancias la falta de interoperabilidad atenta contra la eficiencia.

Actualmente, es común que se utilicen distintos sistemas y plataformas dentro de un mismo flujo de trabajo, ya sea por falta de acuerdo entre partes o integraciones con otros actores como entidades gubernamentales o aseguradoras. Por eso, es menester asegurar la interoperabilidad de las soluciones que se adoptan para que puedan intercambiar y utilizar la información fácilmente.

Por otro lado, se observa una creciente especialización en el sector digital orientado a la medicina. Los proveedores externos a los establecimientos están cada vez más especializados en la industria sanitaria y atienden a las demandas y necesidades del sector, para así ofrecer soluciones adecuadas y atractivas. A su vez, los hospitales con mayor infraestructura ya cuentan con departamentos exclusivos destinados a tecnología y ciberseguridad. Pero a veces se deja de lado al personal que “solo” sabe de medicina. Dentro de la sinergia, la perspectiva del profesional de la salud que trabaja a diario con los pacientes y que conoce los procesos internos es irremplazable. La clave es garantizar la interdisciplina para que las partes se retroalimenten y puedan hacer aportes valiosos.

Por último, para que la adopción de una solución digital sea integral, el factor humano es tan fundamental como la herramienta en sí. En muchos casos, se implementa una solución muy prometedora, pero no se contempla un tiempo adecuado para la transición, mientras que la rutina del lugar no permite una correcta capacitación de los futuros usuarios. Los ejemplos más exitosos siempre abordan el cambio gradualmente con el mayor acompañamiento posible para el personal. Esto reduce la carga laboral, facilita la adopción, evita resistencias internas y asegura que la herramienta se utilice correctamente.

Por lo tanto, la adopción de soluciones digitales debe promover las ventajas y prevenir las consecuencias. Garantizar la interoperabilidad, la interdisciplina y la capacitación detallada fomentan la inclusión de nuevas tecnologías mientras que favorecen las condiciones laborales.

Please follow and like us: